¿Qué es DO Ribera del Duero?
La función principal del Consejo Regulador de la D.O. Ribera del Duero es avalar con su sello la autenticidad de los vinos de esta Denominación de Origen, asegurando al consumidor que cada botella que lleva una contraetiqueta numerada ha superado rigurosos controles antes de llegar a sus copas.
Ésta es la fase final de las tareas de control de calidad que realiza y que comienza vigilando la producción máxima reglamentaria permitida en nuestra zona: 7.000 kgs. de uva por hectárea (con un rendimiento medio histórico que se sitúa en el entorno de los 4.100kg./Ha.). Continúa en la elaboración de los vinos, asegurando el uso correcto de las variedades de uva autorizadas y que los caldos superen un proceso de calificación antes de llegar al mercado con el sello de nuestra D.O. Además, desarrollamos una intensa actividad promocional genérica y colaboramos e investigamos con entidades públicas y privadas para la mejora cualitativa de las viñas y vinos de la D.O. Ribera del Duero.
La Historia de la Ribera del Duero ha ido paralela a la unión de la viña y el vino, al fruto de unas cepas que marcan su paisaje, la personalidad de sus gentes y su cultura.
Es necesario remontarse nada menos que 2.000 años para encontrar la primera referencia vinícola de la zona: un mosaico romano de 66 metros cuadrados, considerada la pieza con alegorías báquicas más grande de la Península, que fue descubierto en Baños de Valdearados durante la vendimia de 1972.
La Denominación de Origen, tal como hoy la conocemos, surge tras la iniciativa de una serie de viticultores y bodegueros preocupados por impulsar los viñedos y la calidad de los caldos de la Ribera del Duero.
El primer Acta que se recoge en los libros del Consejo Regulador data del 23 de julio de 1980, fecha en la que este Organismo actuaba con carácter provisional.
Dos años después, el 21 de julio de 1982, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación otorgó a la Ribera del Duero la Denominación de Origen y aprobó su primer Reglamento.
Desde entonces, la puesta en marcha de nuevas prácticas de cultivo, la introducción de las más modernas tecnologías para la elaboración del vino y los rigurosos procesos de control aplicados desde el Consejo Regulador han hecho de la Ribera del Duero un sinónimo de calidad.