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Reportaje gastronómico en ABC sobre Burgos

La cocina de la ciudad de Burgos, elegida este año Capital Española de la Gastronomía, es un fiel reflejo de la de toda la provincia burgalesa. Casi todo gira fundamentalmente en torno al asado de cordero lechal, que si bien es el plato estrella de la cocina castellana, alcanza en esta zona un puesto de honor. Y con el asado, los productos que se elaboran en la tierra, sobre todo la célebre morcilla de arroz y el queso fresco que llevan el nombre de Burgos por todo el mundo. Sin olvidarnos de los quesos curados de oveja, ni de legumbres como las alubias rojas de Ibeas, con las que se elabora uno de los guisos más populares burgaleses, la olla podrida. Burgos tiene tambiénimportantes bodegas. Vinos de calidad que encontramos en todos los restaurantes de la capital y de sus alrededores.

Nuestra visita gastronómica a Burgos debe comenzar con una ruta de tapeo por el Casco Viejo de la ciudad, en el entorno de la Catedral y de la Plaza Mayor. Una de las más atractivas, con amplísima oferta de vinos por copas y de pinchos, es «Casa Pancho», en la calle San Lorenzo. Hay que probar allí su «cojonuda» (morcilla con pimiento y huevo de codorniz) o las croquetas de ibérico. Muy alto el nivel también de «La Favorita», en la calle Avellanos, donde cortan muy bien el jamón ibérico gran reserva de Joselito y ofrecen buena cecina, un amplio surtido de quesos y raciones imprescindibles como las de mollejas. En la calle Sombrerería, «Gaona Jardín», con su peculiar decoración vegetal y pinchos siempre recién hechos. Modernos unos, como el foie con puré de manzana, y más tradicionales otros, como el bacalao al pil pil, sin que falten, claro, los de morcilla. Completa la ruta «La Cantina del Tenorio», en la calle del Arco del Pilar, popular mesón con una completa barra para el picoteo. Prueben el pastel de morcilla o las empanadillas.

Y de las barras de tapeo a las mesas más formales. Los establecimientos de Burgos ofrecen, sobre todo, cocina tradicional, pero en los últimos años han surgido apuestas más modernas y con mucho nivel. Buen ejemplo es «Fábula», probablemente el mejor restaurante de la ciudad. En su coqueto comedor, atendido por Álvaro Rivera, director y sumiller, se pueden degustar los inteligentes platos de Isabel Álvarez que actualiza con acierto el recetario tradicional burgalés y emplea los productos de la tierra: rollitos de olla podrida, croquetas de morcilla, ensalada de quesos burgaleses, tartar de pulpo y morcilla…

En el Menú Castellano de «El 24 de la Paloma», otra dirección muy recomendable, encontramos crujiente de morcilla relleno de pimiento asado y caramelo de su jugo, o sopa castellana deconstruida, para terminar con un tradicional cordero lechal asado. Y en la carta, lo mismo una crema de castañas con zamburiñas e ibéricos que unas populares alubias rojas de Ibeas con sus sacramentos. Una de las novedades más atractivas de los últimos tiempos es «Blue Gallery», donde oficia el cocinero Saúl Gómez, quien trabaja especialmente bien los pescados en platos modernos y ligeros, aunque no renuncia a las raíces como demuestran su lechazo a baja temperatura o la yema de huevo en lecho de morcilla churruscada.

Merece atención «El Rincón de la Merced», en el hotel NH Palacio de la Merced, con cocina de producto bien puesta al día, con algún guiño a la tradición de la tierra como el costillar de cordero. Y por último «La Vianda», con buena cocina de mercado y una atractiva relación calidad-precio.

Y frente a los restaurantes de cocina actual, los grandes clásicos de la ciudad. Esos establecimientos por los que no pasa el tiempo y que han sido, y siguen siendo, referentes para los burgaleses y para cuantos visitan la ciudad y buscan la cocina de siempre: la de los guisos de alubias rojas, la de los escabeches más tradicionales y, sobre todo, la de los asados en horno de leña. Al frente de todos, con un siglo de historia dando bien de comer, está «Casa Ojeda», toda una institución en Burgos. Su gran especialidad es el lechazo asado a la manera tradicional, pero no hay que dejar de lado la sopa castellana, las alubias de Ibeas con chorizo, morcilla y tocino, los garbanzos pico pardal con tocino ibérico, el arroz de pichón, la lengua de vaca, o la morcilla con pimientos. En la misma línea, junto a la autovía A-1,«Landa Palace» es otra institución. Lugar de parada habitual de los viajeros que van de Madrid al País Vasco o viceversa. Pura tradición y buen producto. No se puede pedir más. Lo mismo en la barra que en el comedor: los imprescindibles huevos, bien fritos, con morcilla; las chuletitas de lechal; el lechazo asado… La tercera pata de esta cocina tradicional, la de siempre, la encontramos en «Casa Avelino» donde hacen las mejores alubias rojas de Ibeas con chorizo. Y también croquetas de pollo, manitas de cerdo deshuesadas con pisto y huevo o una impecable merluza a la romana. Además de los mencionados, la lista de asadores es amplia: «Mesón del Cid», «Asador de Aranda»,«Casa Azofra» o «Puerta Real» son algunos de los más destacados.

Ruta de los asados en la provincia

En toda la provincia de Burgos encontrarán buenos sitios para comer. Especialmente lechazo asado en horno de leña. Uno de los más destacados es «El Nazareno», en Roa. En Aranda de Duero los asadores más recomendables son el «Mesón de la Villa», «El Lagar de Isilla» y «Casa Florencio». En Lerma, «Casa Antón». En Pardilla, «Paradilla 143». Y en Milagros, «El Lagar». Para comer las alubias rojas de Ibeas hay que acercarse a la localidad donde se cultivan, Ibeas de Juarros, y probar en «Los Claveles» la popular olla podrida. En Briviesca, «El Vallés», donde sirven una merluza rebozada con merecida fama. Y si pasan por Atapuerca pueden comer bien en «Como Sapiens».
Fuente. www.abc.es

Lechazo de Castilla

En Castilla y León el «asado» por antonomasia es el cordero lechal. Este tradicional plato, es estandarte gastrónomico de la Comunidad de Castilla y León, y hoy en día conocido internacionalmente.

La singuralidad del lechazo es triple: primero está el producto, un cordero procedente de razas autóctonas. Después está la receta, muy sencilla: horno de leña, cazuela de barro, el cuarto de lechazo, agua, sal y limón. Y por úlitmo el maestro asador, a quien la experencia, le permiten conocer el punto exacto en el que «asado» debe ser servido.